Parecía que ganó la Revolución de la alegría, (PRO)puesta republicana de la Pampa Húmeda que va camino a consolidar su nucleo en la sociedad. ¿Se trata que haya sectores sociales que voten en contra de sus propios intereses? En parte si, es objetivo, el proyecto de país oligarquico-imperialista contiene solo a minorías dueñas de la propiedad, una undecima parte de la sociedad, y un cúmulo de dispositivos ideológicos dispuestos a distorsionar la realidad a fin de defender esos intereses. Es por eso que el resultado de las elecciones legislativas fue eminentemente una manifestación subjetiva: "la yegua corrupta no vuelve más", "estoy mal economicamente pero es culpa de Cristina". Veinte mil puntos de diferencia, todo el estadio de Arsenal. Debemos reflexionar sobre el estado de conciencia del pueblo argentino -preguntarnos si las cosas son así o están así- y debemos dejar de subestimar el aspecto ideológico. De esta forma podremos determinar las tareas que nos demanda la etapa y avanzar en una perspectiva contrahegemonica del sentido común nacional. 

Dieciseis meses de indicadores economicos negativos (salvo los de la bicicleta financiera), siempre un mes peor que el otro, no bastaron para que el gobierno oligarquico sea primera fuerza nacional en las ultimas elecciones. Todas las movilizaciones populares (las del 6,7,8 y 24 de marzo donde millones de personas colmaron la plaza de mayo y el paro general de abril) tampoco frenaron el cinismo oligárquico de esta administración. Todo sigue en pie: los despidos, el cierre de fabricas, el disciplinamiento de los salarios, el atropello judicial, policial, represiones por doquier, una presa política y un desaparecido por la gendarmería. Y además, el robo de votos. 

La revolución de la alegría le ganó al peronismo de setenta años de profunda historia. ¿Creemos que es la alegría de los globos de colores, el delfin educativo y el hada buena contra quién nos enfrentamos? ¿La revolución de la alegría es la alternativa al país de la "grieta" y la "confrontación"? Basta de duranbarbismos ajenos y propios: la grieta no es un país desgarrado, la grieta es la lucha de clases y hay fuerzas sociales en disputa, con más o menos conciencia sobre lo que está en juego en Argentina y en el continente (incluso hasta choques con una historia bicentenaria en nuestro país). Seamos precisos. Desde el punto de vista de la lucha de clases, también es lucha de clases para ellos y son sumamente concientes de lo que se trata. Solo con leer La Nación nos damos cuenta.

Hoy el Estado argentino está conducido por sus dueños, por quienes lo constituyeron desde la generación del 80, masacrando indios y gauchos, robando tierras autoctonas y expoliando trabajadores. Y el peronismo con su profunda historia, logró penetrar en 1945-1955, 1973-1975, y 2003-2015 esta organización de la clase dominante. En 1976 había comenzado una ofensiva atroz del capital imperial contra los laburantes, que para aplicarse en Argentina tuvo que eliminar a los principales cuadros de la clase obrera que iban camino a la construcción de una nueva sociedad. El objetivo, la instauración de la gran industria: más capital tecnologico, menos mano de obra, más producción, 30 mil desaparecidos, negocio redondo. Por ello hablamos de la necesidad de reconstruir nuestra historia, ya que 1976 había implicado un corte abrupto y sangriento: el 25 de mayo de 2003 significó esa conexión generacional que el pueblo necesitaba para volver a entender contra quién nos estamos enfrentando desde 1810. Década de grandes batallas y enormes limitaciones. Debemos hacer un balance exhaustivo de esta ultima experiencia de gobierno nacional y popular y porqué, luego de doce años, nos encuentra en esta situación de dispersión, desorganización y flaqueza económica. 

El rol que ocupó el Estado -conducido por los gobiernos populares en el continente (1998-2016)- resultó determinante para equilibrar el desbalance entre el Capital y el Trabajo que se daba además a nivel mundial desde los años setenta. Volvimos a pensar en Argentina la movilidad social ascendente. El Estado generaba el mercado mayoritario, el consumo interno, que es el sotén de toda economía. Pero basado siempre en el excedente economico que, (por ahora), es propiedad de la oligarquía agropecuaria. Recuperábamos banderas históricas. Hablábamos de antiimperialismo y sobernaía nacional. Pero en lo que en Economía se conoce como "restricción externa" -que volvía a reaparecer-, era ni más ni menos que la oligarquía condicionando el desarrollo nacional, los sectores mundiales del capital consolidando el rol de Argentina en la división internacional del trabajo. A esto la academia, luego de la revolución keynesiana, lo llamó "macro" y "microeconomia" suponiendo que un aspecto está desvinculado del otro. ¡Puro chantaje ideológico! El enemigo sigue siendo imperialista como en 1976, pero con su forma nacional en la oligarquía diversificada, la verdadera clase dominante. 

Hablar en Argentina de las mil familias oligarcas, es hablar del imperialismo mundial. Es hablar de quiénes dominan antes de que exista el propio Estado: tiene una base material, la renta y la Pampa  Húmeda, y una superestructura político-jurídica que responde a esos intereses. Como el proceso de concentración mundial del cual la oligarquía argentina es expresión nacional necesita dejar afuera a toda la sociedad laburante, el poder oligárquico crea las condiciones para que suceda: interviene sindicatos, deja precedentes judiciales, reprime a mansalva, destruye la producción nacional, vuelve a provincializar la educación, hospeda al FMI y el BM, entre otros acontecimientos. Pero va modificando también toda la superestructura: por ejemplo, que alguien explique sino qué significa que un partido centenario como la UCR y toda su estructura nacional sean furgon de cola del marketing porteño del PRO y que no tenga incidencia alguna en las decisiones de gobierno. ¿Será porque la base material que le dio sustento a la UCR no solo no existe más sino que en su impotencia decide jugar para las clases dominantes como actitud consecuente a su gorilaje? ¿Acaso La Nación, como órgano de prensa, las Fuerzas policiales, como brazo armado, las escuelas, universidades y programas de estudio, como formación de cuadros, la Justicia, como marco normativo, y la Sociedad Rural, como poder economico, juntos, son el partido oligarquico en el sentido "principe" que nos propone el gran pensador marxista Antonio Gramsci? Saquemos nuestras propias concluciones. Hacia el pueblo, la pregunta es la misma: ¿Qué hacer y hacia donde ir? 

En sintesis, la experiencia del peronismo nos demostró que se puede penetrar el estado de la realidad -aún así, sin modificarlo estructuralmente- cogobernando con la renta de los sectores mundiales del capital. Y los poderes oligarquicos nos demostraron que la respuesta no tardará en llegar. El IAPI (Instituto Argentino de Promoción e Intercambio) o la "125" son expresiones de una misma necesidad: ir a buscar la renta agraria para el desarrollo nacional. Ir en busca de la renta extraordinaria. ¿Qué papel le toca a los laburantes en esta batalla? ¿Qué herramienta necesitamos?  

El Estado entendido como una relación social de dominación, es la expresión de la clase dominante basada en la organización de la propiedad y la renta diferencial, que definieron a su vez las condiciones objetivas de la economía argentina: una estructura productiva extranjerizada, concentrada, desequilibrada, desintegrada y excluyente para los sectores populares. A eso nos enfrentamos. Contra eso fuimos, quizás sin saberlo, el 22 de agosto a la movilización de los trabajadores de la CGT, CTA y los movimientos populares, a 45 años del fusilamiento de los compañeros y compañeras revolucionarios en Trelew, el 22 de agosto pasado. Contra este dominio, votaremos en octubre.